El pictorialismo buscó retratar la intensidad de los cuadros antiguos y los pictorialistas tomaron el medio de la fotografía y lo reinventaron como una forma de arte, colocando la belleza, la tonalidad y la composición por encima de la creación de un registro visual preciso. A través de sus creaciones, el movimiento se esforzó por elevar la fotografía al mismo nivel que la pintura y lograr que galerías y otras instituciones artísticas lo reconocieran como tal.

 

El movimiento pictorialista fue más activo entre 1885 y 1915 y durante su apogeo tuvo un alcance internacional con centros en Inglaterra, Francia y Estados Unidos. Los proponentes utilizaron una variedad de técnicas de cuarto oscuro para producir imágenes que les permitieron expresar su creatividad, utilizándola para contar historias, reproducir escenas mitológicas o bíblicas y producir paisajes de ensueño.